La verdad es que tengo mala suerte o mi capacidad de comprensión ha tocado fondo de forma irreversible.
Andaba yo por la calle rumiando mi depauperada economía, pensando cómo llevar a cabo una serie de proyectos que me hacen mucha ilusión. Pero claro, "para todo ésto hace falta money, pasta, parné, mojama, plata, eurillos de vellón aragonés", pensaba yo todo atribulado cuando, de repente, me encuentro con este rótulo encima de un establecimiento.
"¡Ahí va!", exclamé en un grito de alegría incontrolada. "Aquí está la solución. Entro y les digo que me den un crédito de no mucho, unos tres millones de eurillos. Les diré que no tienen que regalarme nada, que es un simple préstamo personal. Y, cuando me pregunten cómo voy a reembolsarlo, les diré que por el método del "ya te veré". Total, nada tengo, tampoco mucho más que perder".
Así que como, eso sí, soy tan decidido, entré con el gesto más elegante que pude componer y esbocé mi mejor sonrisa.
Resulta que era una tienda de teléfonos móviles y encima de no quererme dar nada, me querían meter entre pecho y espalda un teléfono de esos que tienen de todo, pero que siempre me queda la duda de si se podrá llamar o no.
La cosa terminó fatal porque, como no podía ser menos, les recriminé el anuncio de los ..., (póngase aquí la parte esta de aquí abajo), y, en el colmo de la desvergüenza, me amenazaron con llamar a la autoridad competente en la materia.
Y digo yo que estos anuncios deberían ser denunciados por publicidad engañosa. No les perdono las ilusiones que me chafaron.
¿Algún voluntario entre mis seguidores para hacerme ese pequeño préstamo? ¡Veeeeenga! Que sé de buena tinta que algunos de vosotros "estáis bien situados", que se decía antes.