Le vi a través del escaparate. Su imagen me impactó tanto que me quedé observándole un buen rato sin saber a qué atenerme.
Primero imaginé que había conocido a alguna mujer a la que había invitado a cenar, dispuesto a declararle su amor infinito esa misma noche de Nochebuena. Evidentemente, ella no debía compartir sus sentimientos, porque estaba claro que le había dado plantón.
Dada su edad avanzada, reflexionando, también quise imaginar que esa mujer a la que tanto amaba y con la que había compartido toda su vida, había emprendido tiempo antes el más largo viaje de la vida, dejándole ya solo para siempre. Comprendiendo su situación, decidió preparar la mesa y sentarse a esperar inútilmente a que ella también lo hiciera.
No había vianda alguna en la mesa. ¿Para qué? No tenía ningún deseo de celebrar la llegada al mundo de Nuestro Señor. Mejor pensar y sumergirse en sus recuerdos, su dolor y su tristeza.
Sentí un deseo irrefrenable de entrar, sentarme en esa silla vacía y hablar con él. Compartir su dolor, darle ánimos y cenar juntos como dos buenos amigos que hacía tiempo que no se veían.
Entonces me di cuenta que la realidad era mucho más prosaica, porque algo no encajaba. ¿Qué hacía este hombre en el escaparate de una tienda de iluminación de lujo en pleno Paseo de la Castellana de Madrid, con la mesa puesta y mostrando al mundo su hiriente soledad?
Se trataba de una figura de cera, anunciando algo que no llegué a comprender.
Me alejé despacio, sin volver la cabeza, recapacitando acerca de los insondables misterios del marketing y la publicidad modernos y triste, muy triste. Me hubiera gustado que la escena hubiera sido real y haber compartido una Nochebuena inolvidable con él.
Hubiera sido bonito, sí.
(Esta entrada que pretende ser emotiva, quiero dedicarla a mi querida amiga Carmensabes que, con su dedicatoria, logró emocionarme de verdad hace tan sólo unos días. Cualquier persona con un mínimo de sensibilidad artística y cultural, debiera visitar sus blogs que voy a dar a conocer a continuación. No os veréis defraudados. Desde luego yo la admiro mucho y vosotros también lo haréis).
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