
Aparece en escena este galán que vemos aquí, joven, bello, fuerte, bien dotado, (como se puede apreciar), brillando con luz propia y dejando sin color alguno a cualquier rival que se cruce con él.
Y nuestra florecita, que ya es mamá, como es muy casquivana y más... coqueta que las gallinas, se queda prendada de él, abandona al marido y se marcha con el apuesto chulángano a vivir un romance apasionado. ¡Si es que son todas iguales! No piensan más que en lo mismo.
Me emocionó oír cómo, llorando, le contaba el pobre cornudo y apaleado marido su desgracia a otro colega florido.
- Mi mujer me ha dejado por otro - Le decía.
- ¿Y qué vas a hacer? - Le preguntó su interlocutor compadecido.
- Pues... ¡irme a vivir con ellos! No tengo otra.
(Continuará).